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viernes, 8 de noviembre de 2013

La cabra y el cabrero

Llamaba un cabrero a sus cabras para llevarlas al establo.
Una de ellas, al pasar por un rico pasto se detuvo, y el cabrero le lanzó una piedra, pero con tan mala suerte que le rompió un cuerno. Entonces el cabrero le suplicó a la cabra que no se lo contara al patrón, a lo que la cabra respondió:
-¡Quisiera yo quedarme callada, mas no podría! ¡Bien claro está a la vista mi cuerno roto!

Nunca niegues lo que bien se ve.

1.023.5 Esopo - 000

La cabra y el asno

Una cabra y un asno comían al mismo tiempo en el establo.
La cabra empezó a envidiar al asno porque creía que él estaba mejor alimentado, y le dijo:
-Entre la noria y la carga, tu vida sí que es un tormento inacabable. Finge un ataque y déjate caer en un foso para que te den unas vacaciones.
Tomó el asno el consejo, y dejándose caer se lastimó todo el cuerpo. Viéndolo el amo, llamó al veterinario y le pidió un remedio para el pobre. Prescribió el curandero que necesitaba una infusión con el pulmón de una cabra, pues era muy efectivo para devolver el vigor. Para ello entonces degollaron a la cabra y así curar al asno.

En todo plan de maldad, la víctima principal siempre es su propio creador.

1.023.5 Esopo - 000

La alondra moñuda

Una alondra moñuda cayó en una trampa y se dijo suspirando:
-¡Desgraciada alondra! A nadie has robado ni oro ni plata, ni cosa valiosa alguna; pero llevarse un insignificante granito de trigo ajeno será la causa de tu muerte.

Nunca te expongas a un gran peligro por un mezquino beneficio.

1.023.5 Esopo - 000

El ruiseñor y la golondrina

Invitó la golondrina a un ruiseñor a construir su nido como lo hacía ella, bajo el techo de las casas de los hombres, y a vivir con ellos como ya lo hacía ella. Pero el ruiseñor repuso:
-No quiero revivir el recuerdo de mis antiguos males, y por eso prefiero alojarme en lugares apartados.
Los bienes y los males recibidos, siempre quedan atados a las circuns-tancias que los rodearon.

1.023.5 Esopo - 000


El ruiseñor y el gavilan

Subido en un alto roble, un ruiseñor cantaba como de costumbre. Lo vio un gavilán hambriento, y lanzándose inmediatamente sobre él, lo apresó en sus garras.
Seguro de su próxima muerte, el ruiseñor le rogó que le soltara, diciéndole que con sólo él no bastaría para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre, debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:
-Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa que tengo, por ir a buscar a la que ni siquiera he visto.

No dejemos los bienes que ya tenemos, por ilusiones que ni siquiera divisamos.

1.023.5 Esopo - 000

El raton y la rana

Un ratón de tierra se hizo amigo de una rana, para desgracia suya.
La rana, obedeciendo a desviadas intenciones de burla, ató la pata del ratón a su propia pata. Marcharon entonces primero por tierra para comer trigo, luego se acercaron a la orilla del pantano. La rana, dando un salto arrastró hasta el fondo al ratón, mientras que retozaba en el agua lanzando sus conocidos gritos.
El desdichado ratón, hinchado de agua, se ahogó, quedando a flote atado a la pata de la rana. Los vio un milano que por ahí volaba y apresó al ratón con sus garras, arrastrando con él a la rana encadenada, quien también sirvió de cena al milano.

Toda acción que se hace con intenciones de maldad, siempre termina en contra del mismo que la comete.

1.023.5 Esopo - 000

El plumaje de la golondrina y el cuervo

La golondrina y el cuervo discutían acerca de su plumaje.
El cuervo terminó la discusión alegando:
-Tus plumas serán muy bonitas en el verano, pero las mías me cobijan contra el invierno.

Lo que sólo sirve para presumir, no es valioso en realidad.

1.023.5 Esopo - 000


El picaro

Un pícaro se comprometió a demostrar que el oráculo de Delfos mentía.
Llegó el día señalado y el pícaro tomó un pajarito y, escondiéndolo bajo de su manto, se dirigió al templo.
Encarándose ante el oráculo preguntó si lo que tenía en la mano era un ser vivo o era inanimado.
Si el dios decía «inanimado», el hombre mostraría al pajarito vivo; si decía «vivo», lo enseñaría muerto, después de haberlo ahorcado.
Pero el dios, viendo de lo que se trataba con esa malvada intención, respondió:
Deja tu engaño, pícaro, pues bien sabes que de ti depende que lo que tienes en la mano se muestre muerto o vivo.

El poder divino no es para llevarle al engaño.

1.023.5 Esopo - 000

El pescador y los peces pequeños y grandes

Un pescador al tirar de la red sacó a tierra los peces grandes, pero no a los pequeños que se le escaparon al mar escurriéndose entre las mallas.

Las personas de poca importancia pueden pasar desapercibidas sin problema, pero las de mucha fama no se escapan del juicio de sus semejantes.

1.023.5 Esopo - 000

El pescador y el rio revuelto

Pescaba un pescador en un río, atravesándolo con su red de una a otra orilla; luego, con una piedra atada al extremo de una cuerda de lino, agitaba el agua para que los peces, aturdidos, cayeran al huir entre las mallas de la red.
Lo vio proceder así un vecino y le reprochó el revolver el río, obligándoles a beber el agua turbia; más él respondió:
-¡Si no revuelvo el río, tendré que morirme de hambre!

Igual sucede con las naciones: entre más discordia siembren los agitadores entre la gente, mayor será el provecho que obtendrán.

Forma siempre tu propia opinión y no vayas a donde te quieran empujar otros sin que lo hayas razonado.

1.023.5 Esopo - 000

El pescador y el pececillo

Un pescador, después de lanzar al mar su red, sólo cogió un pececillo. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en gracia de su pequeñez.
-Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para ti de más provecho, terminó el pececillo.
-¡Hombre -replicó el pescador, bien tonto sería soltando la presa que tengo en la mano para contar con la presa futura, por grande que sea!

Más vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.

1.023.5 Esopo - 000

El pescador flautista

Un pescador que también tocaba hábilmente la flauta, cogió juntas sus flautas y sus redes para ir al mar; y sentado en una roca saliente, púsose a tocar la flauta, esperando que los peces, atraídos por sus dulces sones, saltarían del agua para ir hacia él
Mas cansado al cabo de su esfuerzo en vano, dejó la flauta a su lado, lanzó la red al agua y cogió buen número de peces. Viéndoles brincar en la orilla después de sacarlos de la red, exclamó el pescador flautista:
-¡Malditos animales: cuando tocaba la flauta no tenían ganas de bailar, y ahora que no lo hago parece que les dan cuerda!
Muchas veces no actuamos de acuerdo a las circunstancias que nos rodean, sino desatiempados o desubicados. Procuremos siempre estar bien situados.

1.023.5 Esopo - 000


El perro, el gallo y la zorra

Cierta vez un perro y un gallo se unieron en sociedad para recorrer el mundo. Llegada una noche, el gallo subió a un árbol y el perro se recostó al pie del tronco.
Y como era su costumbre, cantó el gallo antes del amanecer.
Oyó su canto una zorra y corrió hacia el sitio, parándose al pie del árbol. Le rogó que descendiera, pues deseaba besar a un animal que tenía tan exquisita voz.
Le replicó entonces el gallo que por favor, primero despertara al portero que estaba durmiendo al pie del árbol.
Y entonces el perro, cuando la zorra buscaba como establecer conversación con el portero, le saltó encima descuartizándola.
Es inteligente actitud, cuando encontramos un enemigo poderoso, encaminarlo a que busque a otros más fuertes que nosotros.

1.023.5 Esopo - 000


El perro y la liebre

Un perro de caza atrapó un día a una liebre, y a ratos la mordía y a ratos le lamía el hocico. Cansada la liebre de esa cambiante actitud le dijo:
-¡Deja ya de morderme o de besarme, para saber yo si eres mi amigo o si eres mi enemigo!

Sé siempre consistente en tus principios.

1.023.5 Esopo - 000

El perro y la corneja

Una corneja que ofrecía en sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al banquete.
Le dijo el perro:
-¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
Entonces replicó la corneja:
-Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien su indis-posición conmigo y deseo su reconciliación.

Si deseas que los más alejados te escuchen, debes llamarlos con mayor intensidad.

1.023.5 Esopo - 000

El perro y la almeja

Un perro de esos acostumbrados a comer huevos, al ver una almeja, no lo pensó dos veces, y creyendo que se trataba de un huevo, se la tragó inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas, se sintió muy mal y se dijo:
-Bien merecido lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.

Nunca tomes un asunto sin antes reflexionar, para no entrar luego en extrañas dificultades.

1.023.5 Esopo - 000

El perro y el reflejo en el rio

Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un pedazo de carne. Vio su reflejo en el agua del río y creyó que era otro perro que llevaba un trozo de carne mayor. Y deseando más el ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su compadre. Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, y el otro porque se lo llevó la corriente.

Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu esfuerzo.

1.023.5 Esopo - 000

El perro y el hueso

Un perro corría con un hueso en la boca. Tuvo que pasar por un puente y se le ocurrió mirar hacia abajo. Y le pareció que, en el agua, había otro perro, igual que él, que llevaba también un hueso en la boca. Se le ocurrió entonces: ¿no sería mejor tener dos huesos que uno? Y para que el otro perro se asustara y soltara el hueso, empezó a ladrar desesperadamente. Pero al abrir la boca se le cayó el hueso al agua. Y no volvió a verlo.

Quien lo ajeno codicia lo propio perderá.

1.023.5 Esopo - 000

El perro y el cocinero

Preparó un hombre una cena en honor de uno de sus amigos y de sus familiares. Y su perro invitó también a otro perro amigo.
-Ven a cenar a mi casa conmigo -le dijo.
Y llegó el perro invitado lleno de alegría. Se detuvo a contemplar el gran festín, diciéndose a sí mismo:
-¡Qué suerte tan inesperada! Tendré comida para hartarme y no pasaré hambre por varios días.
Estando en estos pensamientos, meneaba el rabo como gran viejo amigo de confianza. Pero al verlo el cocinero moviéndose alegre-mente de allá para acá, lo cogió de las patas y sin pensarlo más, lo arrojó por la ventana.
El perro se volvió lanzando grandes alaridos, y encontrándose en el camino con otros perros, estos le preguntaron:
-¿Cuánto has comido en la fiesta, amigo?
-De tanto beber, -contestó -tanto me he embriagado, que ya ni siquiera sé por donde he salido.
No te confíes de la generosidad que otros prodigan con lo que no les pertenece.

1.023.5 Esopo - 000


El perro y el carnicero

Penetró un perro en una carnicería, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, cogió un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero, y viéndole huir, y sin poder hacer ya nada, exclamó:
-¡Oye amigo! allí donde te encuentre, no dejaré de mirarte!
No esperes a que suceda un accidente para pensar en cómo evitarlo.

1.023.5 Esopo - 000


El perro que perseguia al leon

Un perro de caza se encontró con un león y partió en su persecución. Pero el león se volvió rugiendo, y el perro, todo atemorizado, retrocedió rápidamente por el mismo camino. Le vio una zorra y le dijo:
-¡Perro infeliz! ¡Primero perseguías al león y ya ni siquiera soportas sus rugidos!

Cuando entres a una empresa, mantente siempre listo a afrontar imprevistos que no te imaginabas.

1.023.5 Esopo - 000

El perro en el pajar

Un perro metido en un pajar gruñía y ladraba impidiendo a los bueyes comerse la paja que había sido colocada para ellos.
–¡Que egoísta perro! -Dijo un buey a sus compañeros.
-Él no come de esa paja, y todavía pretende que los que sí comemos, no lo hagamos.

Respeta siempre los derechos ajenos, para que así puedas exigir el respeto a los tuyos.

1.023.5 Esopo - 000

El perro de pelea y los perros sencillos

Un perro había sido muy bien alimentado en una casa y fue adiestrado para luchar contra las fieras.
Un día, al ver un gran número de ellas colocadas en fila, rompió el collar que le sujetaba y rápidamente echó a correr por las calles del pueblo. Lo vieron pasar otros perros, y viendo que era fuerte como un toro, le preguntaron:
-¿ Por qué corres de esa manera?
-Sé que vivo en la abundancia, sin hambres, con mi estómago siempre satisfecho, pero también siempre estoy cerca de la muerte combatiendo a esos osos y leones -respondió.
Entonces los otros perros comentaron:
-Nuestra vida es en verdad pobre, pero más bella, sin tener que pensar en combatir con leones ni osos.

Las grandes ganancias, siempre van acompañadas de grandes riesgos.

1.023.5 Esopo - 000

El perro con campanilla

Había un perro que acostumbraba morder sin razón.
Le puso su amo una campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can, sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:
-¿De qué presumes tanto, amigo? Sé que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar tu maldad oculta.

Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores defectos.

1.023.5 Esopo - 000

El padre y sus dos hijas

Un padre tenía dos hijas. Una casó con un hortelano y la otra con un fabricante de ladrillos. Al cabo de un tiempo fue a visitar a la casada con el hortelano, y le preguntó sobre su situación. Ella dijo:
-Todo está de maravilla conmigo, pero sí tengo un deseo especial: que llueva todos los días con abundancia para que así las plantas tengan siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija, también preguntándole sobre su estado. Y ella le dijo:
-No tengo quejas, solamente un deseo especial: que los días se mantengan secos, sin lluvia, con sol brillante, para que así los ladrillos sequen y endurezcan muy bien.
El padre meditó: si una desea lluvia, y la otra tiempo seco, ¿a cual de las dos le adjunto mis deseos?

No trates nunca de complacer y quedar bien con todo el mundo. Te será imposible.

1.023.5 Esopo - 000

El oso y la zorra

Se jactaba un oso de amar a los hombres vivos por la razón de que no le gustaban los cadáveres. La zorra le replicó:
-¡Quisieran los dioses que destrozaras a los muertos y no a los vivos!

Nunca pienses en destruir lo que es útil. Si quieres mejorar algo que funciona, tómalo como base inicial, sin dañarlo, y no como material de desecho.

1.023.5 Esopo - 000


El murcielago y el jilguero

Un jilguero encerrado en una jaula colgada en una ventana cantaba de noche. Oyó un murciélago desde lejos su voz, y acercándosele, le preguntó por qué cantaba sólo de noche.
-No es sin razón -repuso, porque de día cantaba cuando me atraparon, pero desde entonces aprendí a ser prudente.
-¡Pues no es ahora cuando debías serlo, pues ya estás bien enjaulado, sino debió haber sido antes de que te capturaran! -replicó el murciélago.

La prudencia es para vivirla antes de caer en el error, no para después de la desgracia

1.023.5 Esopo - 000


El milano y la gaviota

Tragó una gaviota un pez demasiado grande y le estalló la garganta, quedando muerta a la orilla de la playa. La vio un milano y dijo:
-Tienes tu merecido, porque sabiendo de tu capacidad, abusaste de lo que te estaba permitido.

Sabiendo cuales son tus capacidades, nunca intentes sobrepasarlas si no te has preparado para ello

1.023.5 Esopo - 000

El milano y la culebra

Raptó un milano a una culebra, elevándose por los aires. La culebra se volvió y le mordió, cayendo ambos desde lo alto a un precipicio, y el milano murió. Dijo entonces la culebra:
-¡Insensato! ¿Por qué has querido hacer mal a quien no te lo hacía? En justicia has sido castigado por haberme raptado sin razón.

Nunca busques dañar a tu prójimo, no vaya a ser que sin que lo notes, sea más fuerte que tú, y te haga pagar tus injusticias

1.023.5 Esopo - 000

El milano que quiso relinchar

Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante.
Pero oyó un día a un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del caballo y perdió además su propia voz.
Así, quedó sin la voz del caballo y sin su voz antigua.
Nunca te dispongas a imitar las cualidades ajenas si no tienes la preparación y condiciones adecuadas para hacerlo, so pena de quedar como un vulgar y fracasado envidioso

1.023.5 Esopo - 000



El lobo, la nana y el niño

Se hallaba hambriento un lobo, y vagaba en busca de su comida. Llegó a una choza y oyó a un niño que lloraba y a su nana que le decía:
-No llores, mi niño, porque te llevo donde el lobo.
Creyendo el lobo aquellas palabras, se quedo esperando por mucho tiempo. Y llegada la noche, la nana, cuando arrullaba al niño le cantaba:
-Si viene el lobo, lo mataremos.
Al oír el lobo las nuevas palabras, siguió su camino meditando:
-En esta casa dicen primero una cosa, y después quieren hacer otra muy diferente.
Más importante que las palabras, son los actos de amor verdadero

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y los pastores cenando

Un lobo que pasaba cerca de un palenque, vio allí a unos pastores que cenaban las carnes de un cordero. Acercándoseles, les dijo:
-¡Qué escándalo habría ya si fuera yo quien estuviera haciendo lo que ustedes hacen!

Una cosa es lo que el dueño con todo derecho decida sobre su propiedad, y otra lo que haga el ladrón con lo que no le pertenece

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y la grulla

A un lobo que comía un hueso, se le atragantó el hueso en la garganta, y corría por todas partes en busca de auxilio.
Encontró en su correr a una grulla y le pidió que le salvara de aquella situación, y que enseguida le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su cabeza en la boca del lobo, sacando de la garganta el hueso atravesado. Pidió entonces la cancelación de la paga convenida.
-Oye amiga -dijo el lobo. ¿No crees que es suficiente paga con haber sacado tu cabeza sana y salva de mi boca?

Nunca hagas favores a malvados, traficantes o corruptos, pues mucha paga tendrías si te dejan sano y salvo

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y la cabra

Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no podía llegar a donde estaba ella le dijo:
-Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer. Además, mira este prado donde estoy yo, está bien verde y crecido.
Pero la cabra le dijo:
-Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a ti mismo, siendo yo tu plato.

Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el perro dormido

Dormía plácidamente un perro en el portal de una casa.
Un lobo se abalanzó sobre él, dispuesto a darse un banquete, cuando en eso el perro le rogó que no lo sacrificara todavía.
-Mírame, ahora estoy en los huesos -le dijo; espera un poco de tiempo, ya que mis amos pronto van a celebrar sus bodas y como yo también me daré mis buenos atracones, me engordaré y de seguro seré un mucho mejor manjar para tu gusto.
Le creyó el lobo y se marchó. Al cabo de algún tiempo volvió. Pero esta vez encontró al perro durmiendo en una pieza elevada de la casa. Se detuvo al frente y le recordó al perro lo que habían convenido. Entonces el perro repuso:
-¡Ah lobo, si otro día de nuevo me ves dormir en el portal de la casa, no te preocupes por esperar las bodas! 

Si una acción te lleva a caer en un peligro, y luego te logras salvar de él, recuerda cual fue esa acción y evita repetirla para no volver a ser su víctima

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el perro

Se encontró un lobo con un corpulento perro sujeto por un collar, y le preguntó:
-¿Quién te ha encadenado y quién te ha alimentado de esa forma?
-Mi amo, el cazador -respondió el perro.
-¡Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino! Prefiero morir de hambre a tener que cargar tan pesado collar.
 Vale más el duro trabajo en libertad, que el placer en esclavitud

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el pastor

Acompañaba un lobo a un rebaño de ovejas pero sin hacerles daño. Al principio el pastor lo observaba y tenía cuidado de él como un enemigo. Pero como el lobo le seguía y en ningún momento intentó robo alguno, llegó a pensar el pastor que más bien tenía un guardián de aliado.
Cierto día, teniendo el pastor necesidad de ir al pueblo, dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se marchó.
El lobo, al ver llegado el momento oportuno, se lanzó sobre el rebaño y devoró casi todo.
Cuando regresó el pastor y vio todo lo sucedido exclamó:
-Bien merecido lo tengo; porque ¿De dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?

Nunca dejes tus valores al alcance de los codiciosos, no importa su inocente apariencia

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el leon

Cierta vez un lobo, después de capturar a un carnero en un rebaño, lo arrastraba a su guarida.
Pero un león que lo observaba, salió a su paso y se lo arrebató.
Molesto el lobo, y guardando prudente distancia le reclamó:
-¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!
El león, riéndose, le dijo:
-Ajá; me vas a decir seguro que tú lo recibiste buenamente de un amigo.
 Lo que ha sido mal habido, de alguna forma llegará a ser perdido

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el labrador

Llevó un labrador su yunta de bueyes al abrevadero.
Caminaba por ahí cerca un lobo hambriento en busca de comida.
Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.
Al regresar el labrador, y viéndolo en esta actividad le dijo:
-¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y te has unido a trabajar honradamente la tierra!

A veces, por casualidad o no, los malvados parecieran actuar bien, mas su naturaleza siempre los delata

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el cordero en el templo

Dándose cuenta de que era perseguido por un lobo, un pequeño corderito decidió refugiarse en un templo cercano.
Lo llamó el lobo y le dijo que si el sacrificador lo encontraba allí dentro, lo inmolaría a su dios.
-¡Mejor así! -replicó el cordero -prefiero ser víctima para un dios a tener que perecer en tus colmillos.

Si sin remedio vamos a ser sacrificados, más nos vale que sea con el mayor honor

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el cordero en el arroyo

Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo, e imaginó un simple pretexto a fin de devorarlo. Así, aún estando él más arriba en el curso del arroyo, le acusó de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. Y le respondió el cordero:
-Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo y por eso no te puedo enturbiar el agua que tienes allá arriba.
Viéndose el lobo burlado, insistió:
-El año pasado injuriaste a mis padres.
-¡Pero en ese entonces ni siquiera había nacido yo! -contestó el cordero.
Dijo entonces el lobo:
-Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir, y siempre serás mi cena.

Para quien hacer el mal es su profesión, de nada valen argumentos para no hacerlo.
No te acerques nunca donde los malvados

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el cabrito encerrado

Protegido por la seguridad del corral de una casa, un cabrito vio pasar a un lobo y comenzó a insultarle, burlándose ampliamente de él. El lobo, serena-mente le replicó:
-¡Infeliz! Sé que no eres tú quien me está insultando, sino el sitio en que te encuentras.

Muy a menudo, no es el valor, sino la ocasión y el lugar, quienes proveen el enfrentamiento arrogante ante los poderosos

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el caballo

Pasaba un lobo por un sembrado de cebada, pero como no era comida de su gusto, la dejó y siguió su camino. Encontró al rato a un caballo y le llevó al campo, comentándole la gran cantidad de cebada que había hallado, pero que en vez de comérsela él, mejor se la había dejado porque le agradaba más oír el ruido de sus dientes al masticarla. Pero el caballo le repuso:
-¡Amigo, si los lobos comieran cebada, no hubieras preferido complacer a tus oídos sino a tu estómago!

A todo malvado, aunque parezca actuar como bueno, no debe de creérsele

1.023.5 Esopo - 000

El lobo y el asno

Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que devorarse unos a otros en épocas de hambre.
Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus orejas le dijo:
-Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿Por qué has escondido todo tu botín en tu cueva? Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has decretado.
El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.

Si alguna vez llegas a tener poder de legislar, sé el primero en cumplir tus propias leyes

1.023.5 Esopo - 000

El lobo orgulloso de su sombra y el leon

Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios, a la hora en que el sol se ponía en el horizonte. Y viendo su sombra bellamente alargada exclamó:
-¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales!
Y mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y empezó a devorarlo. Entonces el lobo, cambiando de opinión se dijo:
-La presunción es causa de mi desgracia.

Nunca valores tus virtudes por la apariencia con que las ven tus ojos, pues fácilmente te engañarás

1.023.5 Esopo - 000

El lobo herido y la oveja

Un lobo que había sido mordido por unos perros, yacía en el suelo todo malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse comida en esa situación, pidió a una oveja que pasaba por allí que le llevara un poco de agua del cercano río.
-Si me traes agua para beber -le dijo, yo mismo me encargaré de mi comida.
-Si te llevo agua para beber -respondió la oveja, yo misma asistiré a tu cena.
Prevé siempre el verdadero fondo de las aparentemente inocentes propuestas de los malhechores

1.023.5 Esopo - 000


¡Ya llega el invierno!

Hace mucho frío y doña Vaca busca un refugio para pasar el invierno. Tras mucho caminar encuentra una cabra sola en el monte.
-Buenos días, doña Cabra, ¿podría ayudarme a hacerme un refugio para pasar el invierno?
-Desde luego, doña Vaca -responde la cabra de buen humor.
Ambas buscan un sitio para construir una cabaña. En el camino se topan con un cerdo, un pato y un jabalí, a los que también invitan a unirse a ellas.
-Sí, queremos trabajar con vosotras -dicen los tres muy animados.
Pronto encuentran un lugar apropiado y construyen una cabaña. ¡Hay que darse prisa porque llego el invierno!

«Trabajar juntos siempre es bueno.»

0.999.5 anonimo fabula 

Vacaciones en la nieve

Don Chacal invitó a su amigo don Oso a pasar unos días en la montaña. Cuando llegaron todo estaba cubierto de nieve.
-¡Vamos a esquiar! -propuso don Chacal.
Don Oso no sabía esquiar y se caía muy a menudo. Cuando don Chacal lo veía caído sobre la nieve no podía evitar reírse y burlarse de lo patoso que era su amigo
Don Chacal esquiaba a gran velocidad y un día, haciendo una demostración de su habilidad, se rompió una pata.
Don Oso, muy solícito, lo llevó corriendo al hospital y allí le escayolaron la pata.
Don Chacal tuvo que ver la nieve durante un par de semanas desde la ventana del hospital, pero su amigo le visitaba todos los días y ¡hasta le hizo un muñeco de nieve delante de la ventana de su habitación!

«Los buenos amigos no son rencorosos.»

0.999.5 anonimo fabula 

Uno ya es bastante

Ofelia era una gansa muy divertida. Todos los días se reunía con su pandilla para jugar y tenía largas tertulias con sus amigos, pues era una gran conversadora y le agradaban la compañía y las opiniones de los demás. Pero una tarde conoció a un apuesto ganso, se enamoró de él y, desde entonces, ya no volvió a quedar con sus amigos.
Al cabo de un tiempo, su novio le dijo un día:
-No debes abandonar a tus amistades. La vida se compone de muchas cosas y la amistad es muy importante. Por muy felices que seamos juntos, es bueno ver a los amigos.
Ofelia, arrepentida de su cambio de actitud, volvió de vez en cuando a ver a sus amigos, aunque ya nunca volvió a ser como antes, pues no se divertía tanto.

«Aunque te enamores no olvides a los buenos amigos.»

0.999.5 anonimo fabula 

Una aguja en un pajar

Son famosas en el barrio las reuniones de los sábados por la tarde en casa de doña Conejera. A ellas asisten todas las conejas de la zona, quienes, mientras bordan con mayor o menor habilidad, hablan de todos los temas habidos y por haber.
Doña Conejera es muy admirada por su desbordante imaginación; las historias que cuenta son muy celebradas.
-Si hubierais visto a la paloma encantada en el momento de ser cortejada por su príncipe alado. ¡Qué preciosidad! ¡Qué radiante estaba! Sus ojos despedían un fuego extraño y cautivador, y su sonrisa aceleraba la caída del sol hacia el crepúsculo.
Así habla doña Conejera. No es raro que, en un momento dado, sus colegas dejen de bordar y la escuchen, arrobadas. Mientras habla, doña Conejara hace muchos gestos para acompañar sus palabras. En uno de ellos, la aguja que maneja se desenhebra y sale despedida por los aires. Finalmente, va a caer sobre un montón de heno.
Todas las conejas (incluida la misma doña Conejera) se ponen a buscar afanosamente la aguja perdida, que por añadidura, es de oro.
Sin embargo, ¿quién sería capaz de encontrar una aguja en un pajar?

«No pretendas imposibles.»

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Un loro poco puntual

Un día, se convocó una importante reunión. Acudieron centenares de animales puntuales a la cita. Bueno... alguien faltaba.
-No veo por aquí a Lorín -dijo Osito. Tenía que venir en representación de todos los loros. ¿Qué le habrá pasado?
A esa hora Lorín dormía.
Cuando se despertó recordó la reunión. Por mucha prisa que se dio, llegó cuando había terminado.
-¿Qué diré a los loros? -se preguntaba Lorín angustiado. Querrán saber lo acordado en la reunión, como es natural. Bueno, algo me inventaré.
Lorín contó tales mentiras a sus representodos que los demás loros se dieron cuenta de que mentía y de que no había acudido.
-Más nos habría valido confiar en un loro serio y puntual que hubiera cumplido sus compromisos -comentó uno, fastidiado.

«La formalidad es una virtud que hay que tener en cuenta.»

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Trompa y trompita

Trompa y Trompita eran muy amigos. Su amistad podía desafiar cualquier prueba, por dura que ésta fuese. Siempre estaban juntos, ya que sus respectivas familias también se llevaban muy bien. Además tenían en común una gran afición: cantaban muy bien y actuaban en festivales. Formaban un dúo musical, Trompita tenía voz de soprano y Trompa era el tenor.
-¡Si pudiésemos cantar luciendo un traje nuevo en vez del uniforme gris del colegio! -decían ambos, llenos de ilusión ante el próximo festival.
Don Castor, que era el mejor sastre del pueblo, se enteró y les dijo:
-Puedo intentar convertir esos uniformes en trajes dignos de cantantes.
Y don Castor les hizo unos trajes de gala. Ellos, agradecidos, dieron una serenata delante de su casa, que causó expectación entre los vecinos.
Cuando Trompa y Trompita se hicieron mayores formaron un dúo que actuaba dando recitales en los mejores teatros del mundo.

«El que se empeña lo consigue.»

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Tom y micifuz detectives

Tom y Micifuz trabajaban como detectives, pero ¡era tan diferente su forma de hacer las cosas...! Mientras el gato Micifuz atrapaba a los ladrones con actos violentos y los metía en la cárcel a golpes y sin dejarles hablar, el perro Tom detenía a los cacos con delicadeza y les preguntaba por qué robaban. Éstos, casi siempre, lo hacían porque no tenían trabajo. Entonces, Tom, muy comprensivo, les ayudaba a salir del bache con la condición de que no volviesen a robar.
La cárcel de Micifuz siempre estaba llena de ladrones, casi siempre los mismos, que, una vez en libertad, volvían a robar. En cambio, la cárcel de Tom estaba casi vacía y era raro que un caco apresado por él volviera a robar, pues ya tenía en qué trabajar.
¿Veis cómo la violencia no tiene ningún valor? Es importante saber que las cosas siempre ocurren por alguna causa.

«De nada sirve castigar si no combatimos la causa.»

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Todos desean lo que no tienen

Había un ratón de campo que se aburría de lo lindo. Estaba harto de comer siempre verduras, nueces y demás alimentos típicos del entorno en que vivía.
Como tenía cierta cultura, pues le encantaba leer libros, sabía que en la ciudad se vivía de un modo más varisado y divertido. Había leído que allí abundaban las golosinas, los refrescos, los pescados suculentos y otras delicias.
Sin dudarlo, resolvió dejar el campo e irse a le ciudad. Allí su vida podría tomar nuevos rumbos y podría vivir mucho mejor.
A mitad de camino se encontró con un primo suyo que vivía en la ciudad. Extrañado de verle allí, le preguntó:
-¿Adónde vas por aquí, querido primo?
-¡Uf! ¡No me hables! -le respondió éste con gesto cansado. iiMe voy de la ciudad! Estoy harto de la contaminación, del ruido, del tráfico y de la comida de allí. Me estoy volviendo loco. No lo soporto, así que me voy a vivir al campo, donde todo es tranquilidad y aire puro.
Naturalmente, cada cual siguió su camino, en direcciones opuestas.
Ninguno pudo convencer al otro de su idea. Como veis, nadie está contento con su suerte.

«Siempre vamos tras nuestros sueños.»

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Terri y el gato malo

Terri era un perro muy travieso, que asustaba a los gatos del barrio.
-¡Bah, son todos unos cobardicas! Si les ladro, salen corriendo -decía Terri.
Le hubiera gustado encontrar algún enemigo importante, pero no era posible. Le hablaron de un gato feroz que vivía en la esquina de su calle. Allá fue Terri a comprobar su valentía y, cuando estuvo frente a él, ladró con fuerza. El gato, lejos de asustarse, erizó todo su pelo.
-¡Gatito engreído! Será mejor que huyas cuando yo ladro. Si no, puedes tener un disgusto -amenazó Terri, airado.
El «gatito», sin decir palabra, se lanzó sobre Terri y le arañó furioso mientras decía:
-¡Tú sí que vas a tener un disgusto!
Terri se asustó. Tenía un arañazo que le dolía. Desde ese día dejó de perseguir a los gatos. Al contrario, cuando veía uno, echaba a correr.

«No te dejes llevar por el orgullo y la violencia. Puedes sufrir una amarga lección.»

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Tagorin

Tagorín vio un día cómo un hombre tocaba una flauta. Ante él, una cobra se levantaba del suelo. Tanto le fascinó que le preguntó el secreto para tocar tan melodiosamente.
El hombre inició a Tagorín en los misterios de la flauta mágica.
-Recuerda que debes tocar música suave.
No le fue difícil a Tagorín conseguir una cobra, pero decidió comprar una partitura de música moderna ruidosa pensando que sería lo mismo. Pero al oír la música, la cobra se arrojó sobre Tagorín dispuesta a morderle. Acertó a pasar por allí el hombre que había iniciado a Tagorín y, tocando con su flauta unos sones lentos y melodiosos, logró que la cobra se retirase.
-Tagorín, te recuerdo que las cobras sólo toleran la música lenta y armoniosa.
Esta vez, Tagorín fue obediente y tomó buena nota del consejo.

«Si quieres aprender de los mayores, escucha sus consejos.»

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