El
mundo al empezar, si bien me fundo,
Júpiter
trajo al mundo,
para
dar por igual á los mortales,
en
una arca los bienes
y
en otra arca los males.
Cogió
el arca primera
(que
por mi mal la de los males era),
y
el censo atroz de los odiosos males
distribuyendo
con piadoso intento,
ciento
á Luís, ciento á Juan y á Ramón ciento,
quedamos,
salvo error, todos iguales.
Abrió
el arca segunda
y
tanto criminal (que Dios confunda)
acudió
á ver los bienes, que brillantes
lucían
cual riquísimos diamantes,
que
al fin los más bribones
entraron
de robar en tentaciones.
Por
detrás un avaro sin decoro
sustrajo
bienes mil (mil onzas de oro);
y
un alcalde (un truhán) dando pisadas,
diez
bienes se apropió (diez alcaldadas):
aquí
un lascivo su placer corona
con
una virgen que aspiró á matrona;
allí
un poeta (un cándido, presumo)
tan
solo robó un bien (la gloria; ¡humo!),
y
un ruín magnate, de nobleza rancia,
veinte
bienes sustrajo sin conciencia,
reducidos,
en última sustancia,
á
diez y nueve cruces y un vuecencia.
Tantas
eran por fin las sustracciones
de
ambiciosos, de avaros y ladrones,
que
Júpiter, atándose la capa
(lo
que prueba la fe de los humanos),
andaba
con los pies y con las manos
por
aquí y por allí tapa que tapa.
Al
ver tanta ruindad en los mortales,
por
último el buen dios perdió la calma,
y,
llevándose el arca en cuerpo y alma,
dijo,
al cerrar las puertas celestiales:
-«Yo
juro por esta arca que ahora encierra
los
bienes que el mortal anhela tanto,
de
no sacar un bien ni aún para un santo,
hasta
que no haya infames en la tierra.»-
Dijo
así el dios; y el diablo que lo oía
(pues
siempre anda del hombre en compañía),
gritó
á la gente,
que se vió burlada,
lanzando
una insolente carcajada:
-«Noble
mortal, mi digno descendiente
(lo
cual nunca en tus actos se desmiente),
el
dios que escuchas, de inocencia lleno,
sus
bienes te prometo, en
siendo bueno:
si
hasta entonces no aguardas otros bienes,
acuéstate
á dormir, que tiempo
tienes.»-
Seccion
filosofica: Fabula
XVII. Bienes prometidos
1.095.5 Campoamor (Ramon de) .047
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