Viendo
un reloj de arena,
paseábase
Román con faz serena.
-«Pasa
luego -decía,
-hora
cual nunca impía;
que
pronto Inés, con amoroso fuego,
me
esperará
en la reja; pasa luego.»-
Y
dando vueltas, su mirar sombrío
en
el reloj fijaba, asaz tardío,
hasta
que al fin echó de ver que insano
atascado
se hallaba un leve grano;
y
saliendo á la calle diligente,
llamó
á la reja, pero inútilmente:
volvió
á llamar de nuevo,
mas
ya no estaba Inés: ¡pobre mancebo!
¡Quién
por buscar se apena
de
este rnundo las dichas ilusorias,
cuando
un grano de arena
rémora
puede ser de nuestras glorias!
Seccion
filosofica: Fabula
IX. Liviandad de nuestras glorias
1.095.5 Campoamor (Ramon de) .047
No hay comentarios:
Publicar un comentario