Un
señor de calidad,
por
dar, con magia distinta,
á
su vida variedad,
se
iba en verano á la quinta
y
en invierno á la ciudad.
Tras
la casa del señor
la
de un labrador había,
ruin
casa en que al labrador
así
el hielo le atería,
como
le asaba el calor.
Por
más de cincuenta abriles
fué
casa de tanta mella
nido
de gorriones viles,
y
á la del señor desde ella
pisaban
después á miles.
Incomodado
el usía,
porque,
al asomar el día
los
gorriunes con empeño
con
su chau
chau,
si dormía,
le
interrumpían el sueño,
La
casa del labrador
furioso
sin más arrasa.
-¿Tal
sinrazón, direis, pasa?
Era
más rico el señor,
y
vino abajo la casa.
Sin
casa ya los gorriones
do
anidar en los abriles,
del
otro á los murallones
fueron
después, más que á miles
los
malditos, á millones.
Y
á cada instante al señor,
cantándole
el aleluya,
le
entraron en tal rencor,
que
cual la del labrador,
tuvo
que arrasar la suya.
Justo
premio al que inclemente
pudo
dejar sin consuelo
á
un labrador indigente.
Siempre
se ensucia la frente
el
loco que escupe al cielo.
Seccion
moral: Fabula
XXIII. Efectos de la injusticia
1.095.5 Campoamor (Ramon de) .047
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