Cantando
Gil, vió de un insecto el nido,
y
le holló con pié rudo:
y
aunque oyó de mil tristes el gemido,
siguió
cantando de piedad desnudo.
Viendo
el insecto hollados á sus hijos,
subióse
á la montaña,
y
en el chopo más alto ayes prolijos
lanzó
exhalando su impotente saña.
Era
el tiempo en que vientos y nublados
desatando
los cielos,
igualan
con los montes los collados
copiosas
nieves y abundantes hielos.
Por
vengarse de Gil, cargó sañudo
con
un copo de nieve,
carga
mayor con
que el insecto pudo.
¡De
tan grande furor venganza leve!
Suelta
el copo, al encono que le infama,
desde
el altivo chopo,
y
engruesado
al bajar de rama en rama,
fuése
aumentando el invisible copo.
Va
el germen infeliz de inmensa ruina
de
hoja en hoja bajando,
y
un copo y otro copo arremolina,
y
cien mil, y auméntanse rodando.
Cruje
la mole, escasa todavía,
mas
en creciente extraña,
ya
un monte desatado parecía
el
declive al bajar de la montaña.
El
alto roble y la empinada encina,
á
su impulso arrollados,
amenazaban
convertir en ruina
del
pobre Gil apriscos y ganados.
Y
al ver la mole, el insectillo en tanto,
que
lo arrasaba todo,
parodiando
de Gil el fiero canto,
tarareó
esta canción allá á su modo:
¡No
hay venganza que un ruín, si está ofendido,
tomar
no pueda en pago,
cuando
un copo de nieve desprendido
la
causa llega á ser de tanto estrago.
Seccion
moral: Fabula
XI. De pequeñas causas grandes efectos
1.095.5 Campoamor (Ramon de) .047
No hay comentarios:
Publicar un comentario