Era
una yegua pía,
que
sin ánimos ya para dar coces,
á
un hijo que tenía
así
le reprendía,
si
no con estas, con iguales voces;
-«No
dés coces ¡impío!
Maldita
sea tu costumbre ingrata:
cual
yo modera el brío;
ten
presente, hijo mío,
que
es mala educación sacar la pata.»-
Al
decir –bien
-el hijo,
la
saludó con singular donaire;
de
puro regocijo,
después
de lo que dijo,
miles
de coces disparando al aire.
Y
en ocasión tan calva,
si
los hallase en parte más contigua,
presumo
que en la salva,
al
lucero del alba
y
á la madre, de un par me los santigua.
-«¿De
quién aprendería
siguió
la yegua -inclinación tan hasta?»
La
zorra que la oía,
-«De
nadie -la decía,
-créalo
usted, vecina; esa
es la casta.»-
Seccion
filosofica: Fabula
XIII. Del tronco sale la rama
1.095.5 Campoamor (Ramon de) .047
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