Si
mal no lo recuerdo,
un
bobo entre cien cuerdos por acaso
(y
aquí diré de paso
que
hay á veces mil bobos por un cuerdo),
admiraba
el espléndido palacio
do
la fortuna desigual moraba,
tan
rico, que á sus ojos se mostraba
con
puertas de oro y muros de topacio.
La
señora fortuna,
que
del mundo entre todas las señoras
tal
vez no habrá ninguna
que
la gane á mudarse á todas horas,
se
la antojó salir en aquel día
á
hacer á uno infeliz: ¡quién lo diría!
Al
verla los cien cuerdos
(en
verdad nada lerdos),
con
presteza importuna
-a
¡la fortuna! –prorumpen -¡la fortuna!»-
y
arrancan en pos de ella,
mientras
que, presurosa,
si
bien como ellas bella,
como
mujer al fin, huyó alevosa;
y
si como ellas es verdad que huía,
como
mujer también les sonreía.
Al
verla el bobo huir con tal exceso,
-«Vaya
con Dios» -la dijo el muy camueso;
y
en celestial arrobo,
dándosele
una higa
porque
alguno la siga ó
no la siga,
á
dormir
se tendió: ¡maldito bobo!
Siguiéronla
los cuerdos locamente;
pero
con tal ahinco,
que
alguno por correr dió un falso brinco
y
se aplastó la frente.
Otros
perdieron sólo el sufrimiento;
y
otros menos felices,
el
camino sembraron, y no es cuento,
de
piernas, ojos, brazos ó narices.
De
engañar á los cuerdos ya cansada
la
señora fortuna, siempre porra,
ganándoles
las vueltas como zorra,
determinó
volverse á su morada.
Mas
¡oh imprevisto caso!
pues
cuando al ir su paso
el
linde á trasponer de la ancha puerta,
tropieza
con el bobo y le despierta!
-«¡Caíste
en el garlito!»-
gritó
el simple, cual bollos los molletes:
y
sin andarse en dimes ni diretes,
con
ella en casa entró: ¡boho maldito!
No
llames, Fabio, tonto
al
que cual tú no corre tras la gloria;
por
correr más no llegarás más pronto:
pregúntaselo
al bobo de la historia.
Seccion
filosofica: Fabula
X. La dicha es un acaso
1.095.5 Campoamor (Ramon de) .047
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